viernes, 28 de diciembre de 2012

Desperté con la lluvia y el amanecer. Con la impronta de cada toque de sus dedos, con cada pulsación de sus venas y de su piel. Su camisa, colgada del respaldo de la silla, un recordatorio de la noche y la promesa de su regreso. Me levanté y lo primero que hice fue ponérmela, envolverme en su olor y sentarme frente al espejo. Repasé una a una cada caricia nocturna. Recordé su espera, mi llegada, sus besos, mi humedad, su fuerza, mi respuesta, sus peticiones, mi aquiescencia, sus manos, mi ropa abierta, su cerco, mi lengua, su espalda, mis piernas, su entrega, mi aliento, su sonrisa, mi lasitud. Con mis dedos tracé suavemente cada huella, no se fuera a borrar, no fuera a escapárseme la memoria de su toque. Mirándome en el espejo volví a escuchar su voz y me dije cada nombre que él reserva para mí.
Mi voz suena distinta pero el poder de sus palabras es único e insustituible, su significado diáfano, su impronta irrevocable. No me cabe la menor duda que estoy enamorada. Muchas veces me he preguntado de dónde viene esa certeza y no tengo una respuesta, al menos no una sola. Creo en el amor porque me invade. Me consta el deseo que nos atrae, el erotismo que recreamos afinándolo cada vez más, el juego que nos encanta y estimula. Percibo la ternura rodeándonos como un centelleo sutil. El dije de ambarluna hace su trabajo y redobla el mensaje que él me envía por todos los medios a su alcance. Aun desde la lejanía me hace suya y yo respondo. [CrónicasAmbarluna34] (28dic12)

viernes, 21 de diciembre de 2012

La estación invernal, junto con una nueva era cósmica, llegó al lugar en el que vivo a las 5:12 de la mañana acompañada del vendaval que no cesa y de una tormenta que duró más de media hora y dejó el ambiente fresco, recién lavado, oliendo a nuevo. No podríamos desear mejor presagio, si es que de eso se trata. Poco después, desde las ruinas de El Meco cruzaron el manglar los sonidos armónicos e inconfundibles de los caracoles en una ceremonia de sacerdotisas e iniciados a la que con certeza se entregaron hoy con más intensidad, brío y solemnidad que otras veces. Antes de que clareara, sin embargo, escuché cómo se abría despacio la puerta de la habitación y tus pasos sigilosos se acercaban a la cama. Me di cuenta, en ese estado alterado de la conciencia que es el duermevela, de lo mucho que ansiaba el calor de tu cuerpo y el placer que es sentir como te deslizas bajo las sábanas, me tomas en tus brazos, me envuelves de caricias y me susurras al oído la invocación de los nombres que usas para mí y que me describen tal como tú me ves y me deseas. El dije de ambarluna palpita con calidez aromática y fulgurante entre tus dedos cuando rozan mi piel y mi respiración te da la bienvenida a la cuna de nuestros besos. Es un encuentro que puede ser salvaje en su ímpetu y conexión, pero siempre amoroso, cuidado, paciente, selecto; atento a mis anhelos, inclusivo de los tuyos, conducente a ese momento y lugar que ansiamos alcanzar y al mismo tiempo prolongarlo y no llegar nunca. Si el mundo se acabase, podría morir en este instante y moriría feliz. [CónicasAmbarluna33] (21dic12)
Hoy he abierto un nuevo archivo titulado “Fantasías recicladas”. Reviso uno a uno los recuerdos de un tiempo encapsulado, entresaco aquello que habla exclusivamente de mí, que no tiene que ver ni pertenece a nadie más, que refiere mi intensidad en el espejo, que deslinda caricias y separa los pliegues de cada flor entregada en abanico. Hay quien lo llamaría exorcismo y quizá haya algo hay de eso, pero yo prefiero llamarlo indagación de bisturí.
También tiene mucho de metamorfosis evolutiva, de mutación impredecible, de metempsicosis, vocablo que me encanta por la manera en que me llena boca y la imaginación. Es disponer sobre la mesa transparente y desde esta perspectiva, la huella de mi paso por una estela y recobrarla para ser ojeada con detenimiento. Encontrar entre los rescoldos del fuego la cifra del anagrama, la dulce agonía que no condujo, a pesar de la bravura del timonel, al puerto deseado. La locura exigente de la concreción transmutada en disolución. Un tiempo de espera, que ahora concluye y se medía con la precisión de una brújula en las gotas de lluvia de cada amanecer. (Paréntesis15 16dic12)

viernes, 14 de diciembre de 2012

Uno de los cuadros más eróticos que existen es “Desayuno sobre la hierba” de Edouard Manet, originalmente titulado “El baño”. ¿Por qué una mujer completamente desnuda entre dos hombres completamente vestidos resulta tan perturbadora y ejerce tal atracción? No es la primera ni la única pintura que mezcla personajes desnudos con sujetos vestidos, como bien apuntaba Émile Zola en defensa del pintor; pero ésta resulta por demás excitante y voluptuosa, además de constituirse en protagonista de un escándalo mayúsculo entre los parisinos y parisinas de la época. ¿Será tan poderosa porque toda la luz se reconcentra en la piel femenina destacando pliegues y curvas? ¿O porque ella mira directa y descaradamente a quien se le ponga enfrente, como diciendo “me importa un comino lo que pienses”? ¿Acaso sea eso lo que el pintor quiso decirle al mundo con esta obra controversial? Muchos críticos e historiadores del arte parecen considerarlo así, ya que en los ejemplos previos la mirada femenina divagaba y se perdía en el espacio, a diferencia de esta mujer cuyos ojos provocan y retan. Tal vez la intención de su creador fuera mostrar el desenfreno ilícito que solía ocurrir en el Bois de Boulogne, aunque no creo que Manet tuviese en mente pontificar sobre la moral. Quizá lo impresionante sea el tamaño descomunal de la tela, de 2.08 por 2.65 metros, escala reservada en aquel entonces – 1863 - únicamente para temas históricos.
Me inclino por la primera razón – el contraste entre la figura femenina al desnudo, en actitud totalmente natural, cómoda y desafiante, y sus ataviados acompañantes masculinos, igualmente relajados, gozosos e indiferentes al escándalo. Ella tan disponible y dispuesta, tan cercana a ellos que bastaría que alargaran un brazo para que sus dedos la rozaran… Agreguemos que se trata de un almuerzo en medio del bosque y al lado de un riachuelo donde otra mujer se está bañando; los restos de la comida – otro de los grandes placeres de la vida – mostrados en primer plano, sabores y fragancias que permanecen latentes, disolviéndose ante nuestros ávidos ojos… La desnudez al aire libre es ya en sí voluptuosa, la sensación – normalmente prohibida - del contacto sin límites con la brisa, la calidez del sol, la temperatura del ambiente, el roce de la breve tela – quizá su vestido – sobre la que ella está sentada… ¿o son sus ropajes descartados los que les han servido de mantel y sobre los cuales quedan abandonadas algunas frutas y una botella vacía? Para mayor complejidad lúbrica, la mujer que se baña al fondo en el riachuelo, ataviada con una prenda íntima ligera y sedosa que no deja ver su cuerpo, parece revelar un secreto más acerca de lo que pudo haber ocurrido antes de esa escena o podría estar a punto de ocurrir…
Recostada junto a él, me gusta imaginar la conversación, las intenciones, lo sucedido entre esas dos parejas; él y yo mirando el cuadro de Manet en un libro de arte que él sostiene formando un círculo perfecto con sus brazos dentro del cual yo me envuelvo, descansando ambos en el sillón favorito de su casa, el dije de ambarluna brillando con luz propia entre mis pechos… Me gusta escuchar la interpretación que él le da a la escena, su punto de vista tan masculino, el contraste con el mío, nuestras fantasías entrelazadas. Un preludio al abandono del libro, del sillón y de mi propia ropa en sus manos… [CónicasAmbarluna32] (14dic12)

domingo, 9 de diciembre de 2012

Es en la soledad de la noche – de ciertas noches - cuando la bruja se deja ir en sus anhelos más recónditos, secretos y oscuros. Durante la transición de la luna entre sus fases menguante y balsámica, en el final inminente de su ciclo, la sorgina busca el lugar adecuado, lanza el hechizo que lo purifica, lo separa del plano de la realidad y marca sus fronteras y territorio con el fulgor de su amuleto de ambarluna.
Sabe que sólo así estará completamente protegida de miradas nefarias y ensalmos contrarios y podrá entregarse de lleno a sus cavilaciones y rituales propios; al placer oculto de sus encantamientos y alquimias en consorcio con las fuerzas de la naturaleza. Alcanzar ese lugar y aislarlo no es tarea sencilla ni frecuente. Ni siquiera está permitido a nuestros consortes acercarse y, aunque quisieran, no podrían atravesar el conjuro. Así osamos esperar la réplica del Poder. Así nos entregamos a sus inesperadas respuestas y dulces cadenas. [Paréntesis14] (9dic12)

viernes, 7 de diciembre de 2012

Parecería que me escondo, pero no. Sabes que es sólo un juego. Cuando desparezco momentáneamente, no estoy lejos y nunca tanto que no me alcance tu voz y me sujete. Es el juego de tu voz y mi obediencia.
Su sonido de madrugada, susurro insistente y sabio para que despierte a tu calor, es una fina cadena de espejos de ambarluna que largas para que me aleje hasta dónde ya no quiero seguir y me devuelvas, jalando suavemente de ella, para que yo encuentre el camino de regreso a tu piel. Tu voz me enseña palabras, me muestra lugares secretos, me conduce hasta tus manos, me revela.
Como aquel viernes, por ejemplo, que amaneció y el frío calaba y yo pude por fin arrebujarme en tus brazos. ¿Has notado desde cuándo adivinaba esa sensación? O como la noche anterior, caminando juntos sin tocarnos y sin embargo anhelando hacerlo al instante de llegar a nuestra habitación. El vestíbulo, eterno; el pasillo, inacabable; tu avidez, mi imán; mi respuesta, tu ternura. Todas las promesas confluyendo en instantes que se han quedado grabados en el rastro de nuestros besos y que saben a futuro… [CónicasAmbarluna31] (7dic12)

viernes, 30 de noviembre de 2012

Recuerdo que no era viernes, sino un domingo irreverente y cálido que quería prolongarse en lunes resplandeciente y único, para devenir martes de descubrimientos… Me encontraba al pie del volcán y al borde del manantial sulfuroso, donde la presencia perenne de la primavera no es un truco publicitario sino un capricho natural de altitud, longitud y latitud. Me rodeaba el calor y el chirriar de las cigarras llamando a la lluvia. El dije de ambarluna lanzaba extraños reflejos tornasolados en juego de luces y aromas que se mezclaban con fragancias de magnolias y gardenias, el vaho de la extraña floración del sicomoro y el ligero picor en la nariz que produce el polen del roble.
Un lugar sagrado, dedicado desde la antigüedad al cultivo de las abejas, a la cosecha de la miel, a la fabricación de la cera y, sobre todo, a la decantación de una prístina y mágica jalea que nutre el exigente paladar de las futuras reinas de la colmena y antaño potenciaba las facultades intuitivas y adivinatorias de las sacerdotisas del culto ápico…
Te pedí que nos reuniéramos en un antiguo hostal perdido en las callecitas del centro. Tú estabas molesto, lo recuerdo, aunque luego supe que en realidad mi lejanía te había lastimado. Yo quería hacer las paces, restañar la herida del descuido, retribuir mi frialdad. Dejarme envolver por la fragancia ambarlunar y el sonido de tu voz. Rendirme a la atracción incandescente de tu piel, a la caricia de tu mirada. Regresar a ti y acercarte a mí. Asomada al balcón, aspiré todas esas fragancias y te escuché decir mi nombre. No pude no sentirme una vez más cautivada por tu talla imponente, esa espalda que me invita a trepar por ella, tus brazos tan conocidos de mi talle, tan requeridos por mi cintura, círculo poderoso que me aísla del mundo mientras yo me fundo en tu pecho y respiro al unísono y escucho el retumbar de tu corazón. Una vez más entregué cada prenda sin recato, sin negarte ni una sola de tus peticiones, aceptando tu fuerte suavidad… Escribo esto para que lo leas y no olvides, en tu ausencia temporal, quién estimula mis anhelos. [CónicasAmbarluna30] (30nov12)

martes, 27 de noviembre de 2012

Su cama es todas las camas y todos los campos – Elíseo, eléctrico, magnético, visual, semántico, de Marte, de fresas, de siembra, de cosecha, de batalla – todos los campos que una cama puede ser. [CrónicasAmbarluna29] (27nov12)

miércoles, 21 de noviembre de 2012

El teatro quedó a oscuras y una línea de luz se convirtió en alfombra de sangre. Mi última representación. Me sentí sola en medio de los demás bailarines, tan sola como debía sentirse la figura central. Presente pero olvidada, queriendo saber más de ella misma sin saber nada de mí. ¿Cómo podré interpretarla? - me pregunté. La diosa creadora, auspiciadora. El alivio cuando supe quién debía ser no duró mucho. Busqué en mí y salí al escenario.
Yo, la unión y el equilibrio entre los opuestos. Sí puedo hacerlo – me dije - y no tiene nada que ver con lo mucho que he ensayado, con las veces que he representado el mismo papel, sino con el eco en mí del bramido del mar y el resuello de la tierra. Luego dudé; quizá yo debería representar a Pandora, la de las mil cajas que traerán el diluvio. Pero la energía masculina me desbordó, los tambores batieron en mi estómago y las flautas silbaron en mi garganta. Una vez más consideré mi decisión de no bailar jamás, para olvidarla casi de inmediato y emprender los primeros pasos, el armonioso movimiento de mis brazos, la cadencia de mis muslos y sobre el suelo la caricia de mis pies. Yo, reflejada mil veces en el juego de los espejos. [Paréntesis] (21nov12)

lunes, 19 de noviembre de 2012

Quizá no recuerdes nuestro encuentro en aquel otro mundo, un paso y luego otro en el pasillo flanqueado de espejos, la ropa que se iba quedando por el suelo como una segunda piel descartada – desnudez repetida al infinito -, el aroma del mar que colgaba del techo, las suaves gotas de sudor que acompañaban nuestros dedos, el sabor salvaje de los besos que nos dimos. Yo no lo he podido olvidar. Se me ha quedado el gusto por ti en la lengua.

viernes, 16 de noviembre de 2012

“Regálame un pensamiento de cuando en cuando”, me dices… ¿Aceptas las madrugadas en las que todos mis anhelos se concentran en que suene el teléfono? ¿Te sirve lo que escribo y, sobre todo, lo que se queda en el tintero? ¿Quieres mis latidos y pulsaciones, mi respiración, mis continuas operaciones límbicas, las conexiones a chispazos de mis neuronas? Te ofrezco todo eso y también mi piel, la caricia de mi boca, el deleite de mis manos, el abrazo de mis muslos, la humedad de mis labios… Por lo demás, no puedo regalarte lo que es tuyo. [CrónicasAmbarluna28] (16nov12)

jueves, 15 de noviembre de 2012

lunes, 12 de noviembre de 2012

Acompañada, nunca sola, nunca aburrida, siempre imaginando, elucubrando, en indagación, dando rienda suelta a la curiosidad, aprendiendo, creando, el mundo y los mundos se abren, afloran, alteran mi realidad, rodean el espacio circundante de castillos y mares imposibles, personajes diluvianos y medievales, los fósiles de una vida de otros tiempos y latitudes, el temido y atractivo ser de otro planeta, el roce de una piel, poema, espada, sangre. Viene por mí el navegante de los siete mares, el dueño del crepúsculo, las diosas antiguas y las magas del porvenir. Me dejo ir en el firmamento de letras, tinta y papel. Soy todas, ninguna, testigo, partícipe. (11nov12)

viernes, 9 de noviembre de 2012

Siguiendo un capricho natural en nosotras, Perla y yo tomamos el Expreso de Oriente a Samarkanda, la Maracanda de Alejandro Magno, una de las ciudades más antiguas de la tierra, habitada al igual que Bukhara, capital de Uzbekistán, desde hace más de cinco mil años.
Samarkanda, la fortaleza pétrea, la urbe rocosa que no te permite olvidar su desértica naturaleza, su historia de comercio trashumante, de enclave artesanal, de centro astronómico medieval… Eso ansiábamos: recorrer los recovecos y encrucijadas de Samarkanda la Hermosa, andando sus callecitas y pasajes secretos.
Desde el tejado del hotel Balmini, propiedad de un inglés refugiado de tormentas y desencantos, divisamos un horizonte de dunas y huellas en la arena. Hemos viajado en camello hasta las afueras de la ciudad, donde sólo quedan las ruinas de un antiguo baluarte y el espejismo plateado que al atardecer trae nostalgias de caballerías mongoles y el recuerdo de un Marco Polo que describió el paisaje como magnífico.
Hemos estado en uno de los mercados principales y nos hemos hecho de joyería uzbekistaní. En nuestra agenda de compras, siguen los textiles. Perla insistió en su alfombra de Bukhara. Yo más bien me adentro en la esencia de la seda, en la imagen de una caravana en la ruta de la seda. Consulto antiguos catálogos, palpo texturas, admiro colores y diseños.
Después de visitar el Gur-e Amir, donde está enterrado Tamerlán, y de haber sido expulsadas con buenos modos de la mezquita de Bibi-Khanym, por ser yo mujer extranjera y Perla hembra persa, nos dirigimos a los recovecos del Registan, el barrio antiguo y punto estratégico de la ruta de la seda que va desde China al Mediterráneo. Fue ahí donde me topé con él, y en medio de un estruendo de gente diversa y lenguas incomprensibles, todo un pasado se hizo presente como si hubiese ocurrido ayer.
Nadie adivina lo que corre por mis venas: el deseo líquido en espera de tu voz. Puedo mantenerme ecuánime y seria la mayor parte del tiempo, pero en cualquier instante, te me vienes a la cabeza y sin quererlo, sonrío. Puedo guardar las apariencias y la compostura como si el acontecer dependiera de mí en un fatídico juego de naipes, pero no si tu eco resuena a coro con el viento y yo comienzo a imaginarte.
Entonces, el resplandor del dije de ambarluna me delata; me brillan los ojos, vuelvo a sonreír y me pierdo. Me gusta recordar aquellos encuentros nuestros, esporádicos y aventureros. Ahora comprendo, después de todo este tiempo, que fuiste parte de mis días como ahora te apropias de mis noches. Nunca quise que te alejaras. Has reaparecido, nos hemos encontrado una vez más y quiero seguir adivinando el toque de tus manos sabias y poderosas. Me he sentido muchas veces observada y deseada, acariciada por tu mirada. Ahora que lo confirmas, me tienes. [CrónicasAmbarluna27] (9nov12)

sábado, 3 de noviembre de 2012

Anoche soñé con estos adorables bichos: los papilletos, conocidos también como ratas-mariposa, responsables, sin duda, del orden caótico y ecléctico de mi escritorio. Son ellos quienes pintarrajean las páginas acabadas de mi novela y las partituras de heavy metal de mi hombre. Fanáticos de la luna llena, aparecen por estas épocas del mes con su espectáculo artístico-circense noctámbulo y lo prolongan hasta el cuarto menguante, cuando desanimados y torpes, se ven obligados a hibernar hasta la siguiente luna gibosa. Algo más que conozco acerca de los papilletos: son lectores irredentos…

viernes, 2 de noviembre de 2012

“Café y ambarluna, una combinación explosiva por su potencia, por el goteo sensual y cálido de sabores misteriosos y secretos, por su facultad de poner a quien se atreva a mezclarlos, a danzar de insomnio y deseo al filo del bisturí…” Así, palabras más, palabras menos, me explicó una mujer a la que le decían shamana o damana – nunca me quedó claro por la extraña pronunciación de los lugareños. Traía un collar de abalorios del que pendía una figa de ambarluna y, por supuesto, fue lo que me atrajo a ella. Cuando me acerqué, su mirada también se posó en mi pecho, y cual diestra iniciada en estos misterios, se abstuvo de tocar mi dije pero comentó sobre su coloración púrpura-naranja, su brillo tornasol y su penetrante aroma. Luego, sin mayores preámbulos, me incitó a bebernos un café…
No es éste el lugar ni el momento de soliloquios históricos, pero resulta curioso que el café y el ambarluna llegaran juntos por vez primera a nuestro país un buen día de 1790. El barco cubano que traía el primer cargamento de los preciosos granos, así como nueve brotes de coníferas ambarlunares, ancló en un bullicioso puerto novohispano que recibió, sin percatarse de su potencial y sin mayores trámites, estos dones de la naturaleza. Sentadas frente al muelle y entre sorbo y sorbo del preciado brebaje, la damana me contó esa historia y me habló de la herencia aprendida de su madre, a su vez recibida de su abuela, y así por varias generaciones. Habló de los secretos ambarlunares, de los modos de cultivar aquella extraña conífera en las estribaciones del bosque de niebla, y de los métodos ocultos para cosechar su preciada resina. Inesperadamente, mirándome a los ojos, la damana quiso saber si había probado alguna vez una gota de quintaesencia ambarlunar mezclada en el café. Le dije que no. Me preguntó si me gustaría. Respondí que sí me atrevería.
Regresé a casa con su regalo: una botellita conteniendo una ínfima cantidad del raro líquido, con la advertencia de dosificarlo y la sugerencia de emplearlo sólo en ocasiones que ameritaran sus dádivas arcanas. Y qué mejor momento que hoy por la mañana, mientras observo cómo él prepara el café. Miro sus movimientos al abrir el contenedor de latón donde guarda el grano molido a su gusto; miro sus manos al manipular la cafetera y luego al servir el café en mi taza y en la suya. Dejo que su aroma, el de él y el de la pócima matutina, surtan el efecto deseado. Él lo bebe negro, solo, fuerte. Yo requiero de dulzura y suavidad cremosa. Recuerdo cuando nos conocimos, cómo sonrió mientras criticaba amablemente mi afición al té. “Cualquier infusión de hierbas, flores, frutos o raíces”, me dijo, “es impersonal y hasta tímida al lado del café; éste es contundente en su sabor, invasor y seductor en su aroma, potente en su color, incuestionable en sus efectos”. Casi sin sentirlo, me acostumbré a él y a su pócima, sin dejar mi gusto por el té. Y así, cuando preciso soledad e introspección silenciosa, escojo una infusión de hojas de té de la India, el bengalí Darjeeling de preferencia, o la fragante mezcla inventada por el conde Grey. Pero cuando requiero pasión y energía, el café a su manera es mi opción principal. Y cuando anhelo, como sucede esta mañana, emociones al borde del abismo voluptuoso, le agrego una gota de ambarluna, y me entrego al genio de su esencia, a su poder alquímico y alcaloide, a las sensaciones que tan atenta e irrevocablemente él me ha enseñado a propiciar. Entonces mis alas vuelan… [CrónicasAmbarluna26] (2nov12)

miércoles, 31 de octubre de 2012

Las sorginak toleramos las leyendas que los humanos tejen a nuestro alrededor. Las toleramos y no mitigamos ni el terror ni el ensueño ni la fantasía que las crea y alimenta. Que hacemos pactos con fuerzas consideradas por ellos oscuras y de las que no poseen nociones claras ni experiencias disponibles. Que asistimos a la Diosa en su lucha por hacer pagar cara la mentira. Que nos preocupa ayudarles o perjudicarles en su pequeñez y mezquindad.
Nada más equivocado. Ni la Diosa requiere de nuestra asistencia, ni las brujas pactamos con otros poderes que no sean los de la Naturaleza, ni los seres humanos nos conmueven para bien o para mal. Pero las leyendas cumplen oficios de neblina, de espejismo, de dislocación y de irrealidad; por ello nos son útiles y por ello las toleramos. En esta época del año, cuando las fuerzas de Samhain – la Noche de los Ancestros – se coluden o colisionan, según ocurra, con el misterio y la muerte, nuestra presencia se potencia.
Llegan ecos al mundo de los humanos de nuestros cánticos y aullidos, mientras danzamos al son del ambarluna en el círculo portentoso del Aker Larre. La mirada de nuestros sigilosos consortes relumbra fija e incandescente, tan poderoso es su contacto con el universo paralelo de los muertos. A su vez, la manada hermana responde a nuestro aullido con un coro prolongado y la hembra alfa rastrea el Alma del Mundo olfateando al viento. El rugir estelar confluye en el frenesí de la vida, el paréntesis de la muerte y el fragor de nuestras gargantas, vibrando en el horizonte de los humanos, que tiemblan de desasosiego sin saber por qué, echando mano inútilmente de esas leyendas por ellos inventadas para tratar de atenuar el espanto, sin imaginar lo que esconden y lo que de cierto acecha sus pasos. Así es. Así ocurrirá esta noche. [Paréntesis13] (31oct12)

viernes, 26 de octubre de 2012

A veces es cosa de adentrarse en el mar y buscar la huella de tu aroma. El dije de ambarluna que pende de mi pecho es como un faro: brilla intermitente señalando el camino, me quema la piel, perfuma la arena. Esta mañana caminé hasta la playa, amarré al tronco de la palmera, como de costumbre, el pareo deslavado – una señal para mi retorno náufrago - y me deslicé lentamente en el oleaje que hoy amaneció más tranquilo que otras veces. Apenas una caricia recurrente, suave como tu recuerdo. Nado serena y acompasada, envuelta en tus palabras.
Con cada brazada las saboreo, las escudriño en busca de significados, las observo con los ojos cerrados, las escucho entremezclarse en el distante graznido de las gaviotas, cormoranes y pelícanos que a diario dan la bienvenida a los pescadores. Es un paisaje tan familiar y bienamado. El de las aves mañaneras. El de tu voz. Boca arriba, me dejo llevar por el vaivén y siento cómo se acerca flotando el deseo; lo has puesto en la yema de mis dedos con cada toque de tu ardor. Me viene a la mente lo que anoche escribiste para mí; una a una tus palabras se deslizan en cada gota de humedad, penetran cada poro, llenan de sal mis labios, revuelven mis cabellos, juegan con mi sonrisa. Y me doy cuenta de que no estás tan lejos. [CrónicasAmbarluna25] (26oct12)

lunes, 22 de octubre de 2012

Estoy preparada para cualquier pesadilla que quiera asaltarme esta noche. He tomado todas las precauciones. Ningún monstruo miope habrá de tomarme desprevenida, ni siquiera aquellos que habitan al filo de las sábanas. Sé el conjuro para domesticarlos y hacer que coman de mi mano, velen mi sueño, acompañen el crepúsculo y desaparezcan luego por una puertecilla debajo del colchón. Me dejarán entonces tranquila y a solas con las fantasías que pueblan las paredes y mi piel.

jueves, 18 de octubre de 2012

Me paré frente al espejo y pensé: éste vestido le encanta. Ciñe mi cuerpo en ciertos lugares, lo libera en otros; texturas que se adhieren, vuelos que sugieren. El naranja, el púrpura el turquesa y el verde oscuro se combinan a la perfección en coloraciones otoñales tan mías y de mi piel. Los tacones hacen juego, al igual que los pequeños aretes que no estorban los destellos del dije ambarlunar…
“¿Sabes qué me gustaría?” – me escuché decirle – “Pararme frente a un espejo, de esos antiguos, bruñidos, de cuerpo entero, finamente enmarcado en plata con incrustaciones de nácar y ambarluna que irradien fragancias resinosas... Bajarme lentamente los tirantes del vestido, dejarlo caer y tras él uno a uno mis disfraces, y que queden tirados por el suelo. Mirar mi cuerpo con deleite, sin reparos. Sentirte atrás de mí, rozando mi espalda, tan cerca que tu aliento se confunda con mi pulso; descubrirte siguiendo con tus dedos la directriz y el confín de mi mirada…” Él entonces se acercó, me pidió que cerrara los ojos, acarició los contornos del vestido y procedió a transmutar mi fantasía... [CrónicasAmbarluna24] (19oct12)

martes, 16 de octubre de 2012

Mira mis manos y verás que son anchas y poderosas. Manos de shamana. Mi columna vertebral sostiene un esqueleto fuerte, de coyunturas sólidas. Nunca sería delgada aunque me lo propusiera. De contornos femeninos, mi cuerpo combina vastedad e stable y suavidad. Puedo mirar como un águila, si quiero, pero normalmente no quiero, y entonces mis ojos muestran otras facetas de lisura. Bien lo sabes y te acercas, gatito bebé, sin temor, lleno de curiosidad, jugueteando, olfateando, maestro de la ternura. Me muestras el lado fino de la luna en tus pasos inciertos. Trepa, brinca, toma lo que desees. Inesperadamente aprendo el dictum de la guerrera espiritual, capaz de armonizar potencia y dulzura; acoplar fortaleza y bondad; unir vigor y resistencia con gentileza, gracia y compasión. [Para Moushka. 17oct12]

viernes, 12 de octubre de 2012

“Permítame citar a Pufendorf” - me dijo muy serio el bibliotecario referencista aquella tarde estival en la que el cielo marsellés amenazaba borrasca – “En su Introducción a la Historia General y Política del Universo, Amsterdam,1743, Pufendorf habla en términos inusuales pero inequívocos acerca de las propiedades oníricas del ambarluna…”
Yo no le respondí. Me limité a mirar los añejos tomos que él iba apilando sobre el mostrador, mientras salpicaba su discurso aquí y allá de oscuras citas y latinajos. Parecía haberle entusiasmado el tema de mi búsqueda bibliográfica. La biblioteca olía a papel viejo y a estantería de sicomoro, la madera incorruptible que los egipcios utilizaban para guardar a sus momias. Yo olía a ambarluna y el bibliotecario no pudo evitar fijarse en el dije que colgaba de mi pecho ni abstenerse de comentar su fulgor tornasolado. “Imagino que usted ha experimentado su efecto apotropaico” – añadió señalando el dije; y como yo, en lo que se refiere al ambarluna siempre hago mi tarea, le pude responder que sí, que tal era normalmente lo que se esperaría de un talismán cuyo objetivo, entre otros muchos, era atraer la buena suerte y asegurar la protección de su dueña. “Yo en lo personal” – continuó el bibliotecario – “prefiero el Udyat, completo en sí mismo y cuyas propiedades mágicas, purificadoras y sanadoras me dan cierta resistencia a los efluvios de este lugar…”
No pregunté, pero entendí que se refería a la biblioteca por el gesto de sus brazos, que abarcó el espacio circundante de libros, pilas de documentos y rollos de papiro y pergamino. “El Ojo de Horus es un símbolo solar que encarna el orden, lo imperturbado, el estado perfecto, la estabilidad cósmica”. No quise contradecir su preferencia, pero comenté que el ambarluna abraza, en cambio, la flexibilidad de la vida, el vaivén de la naturaleza, la luz y la sombra de las emociones, el sortilegio de la sensualidad… “Madame” – me espetó mirándome por encima de sus pequeños anteojos – “quizá deberíamos comparar notas acerca de nuestras aparentemente contradictorias y sin embargo complementarias inclinaciones…” No dije que no y me limité a sonreír. El ambarluna, entonces, restalló en brillos perfumados. [CrónicasAmbarluna23] (12oct12)

domingo, 7 de octubre de 2012

No importa cuán alto sea el abismo ni lo difícil o fácil de su trayecto ni la elegancia del atavío de nuestro cuerpo. Nada hay tan seductor para una bruja como dejarse caer al vacío. La entrega absoluta e irrevocable a fuerzas más allá de nosotras y de nuestros poderes; la ráfaga, el torrente, los mundos precipitándose a nuestro encuentro… Siempre está la posibilidad nefaria de estallar en mil pedazos y desaparecer; pero aún ese riesgo –sobre todo ese riesgo – magnifica el placer de levantar el vuelo en el último instante posible, remontarlo en el reborde de un soplo, salvar por un suspiro el lance de la existencia, cruzar el horizonte del viento seguidas de una rojiza cauda ambarlunar. ¡Ah, el placer del abandono! [Paréntesis12] (7oct12)

viernes, 5 de octubre de 2012

Llovió durante toda la noche y aún ahora, de madrugada, el bramar de la tormenta acompaña nuestro ensueño. Acunada en tus brazos, vibro al destello intermitente del relámpago y su estruendo, juguetes favoritos de Yansá Santa Bárbara, la orixá de mi devoción, que en su furia gozosa desata el combate celeste de las nubes, mientras susurro el saludo de su predilección: ¡Eparrei! ¡Eparrei, Yansa! De su mano y en vuelta en tu piel, recorro el camino de regreso a mi niñez, a aquella Cuernavaca de tormentas nocturnas cuando mi padre tranquilizaba el terror haciéndome contar los segundos entre el rayo y el trueno, calculando la cercanía o el alejamiento del vendaval. Así aprendí a entregarme al clamor de la lluvia, a la batiente nebulosa, al arrebato del mar.
Toda la noche, saliendo y entrando del sueño, entro y salgo de tus manos; me sueltas, me atraes de nuevo hacia ti, tus caricias marcan el ritmo del estrépito celeste que se aleja y regresa con energía renovada. Me tomas, me liberas, me revuelcas, me descansas. Son tuyos el sobresalto de mi sangre, el batir de mi pulso, la humedad de mis muslos. Amanece y la tormenta está exactamente sobre nosotros, ya no hay conteo entre el rayo y el trueno, son uno solo y somos uno solo, ya no hay más que ascenso al descenso en el vórtice de nuestro deseo. Te dejo de nuevo dormido, bajo a la terraza y salgo al último fragor de la batalla que se aleja poco a poco y deja una lluvia pertinaz que es sólo tregua, el verdor resplandeciente del jardín, el aroma que llega del mar, los sonidos del manglar. Completud. Si acaso no existe tal palabra, en este momento la inauguro, le doy vida y la incluyo en el vocabulario del amor. [CrónicasAmbarluna22] (5oct12)