viernes, 21 de diciembre de 2012

La estación invernal, junto con una nueva era cósmica, llegó al lugar en el que vivo a las 5:12 de la mañana acompañada del vendaval que no cesa y de una tormenta que duró más de media hora y dejó el ambiente fresco, recién lavado, oliendo a nuevo. No podríamos desear mejor presagio, si es que de eso se trata. Poco después, desde las ruinas de El Meco cruzaron el manglar los sonidos armónicos e inconfundibles de los caracoles en una ceremonia de sacerdotisas e iniciados a la que con certeza se entregaron hoy con más intensidad, brío y solemnidad que otras veces. Antes de que clareara, sin embargo, escuché cómo se abría despacio la puerta de la habitación y tus pasos sigilosos se acercaban a la cama. Me di cuenta, en ese estado alterado de la conciencia que es el duermevela, de lo mucho que ansiaba el calor de tu cuerpo y el placer que es sentir como te deslizas bajo las sábanas, me tomas en tus brazos, me envuelves de caricias y me susurras al oído la invocación de los nombres que usas para mí y que me describen tal como tú me ves y me deseas. El dije de ambarluna palpita con calidez aromática y fulgurante entre tus dedos cuando rozan mi piel y mi respiración te da la bienvenida a la cuna de nuestros besos. Es un encuentro que puede ser salvaje en su ímpetu y conexión, pero siempre amoroso, cuidado, paciente, selecto; atento a mis anhelos, inclusivo de los tuyos, conducente a ese momento y lugar que ansiamos alcanzar y al mismo tiempo prolongarlo y no llegar nunca. Si el mundo se acabase, podría morir en este instante y moriría feliz. [CónicasAmbarluna33] (21dic12)

1 comentario:

  1. Bello tu relato como siempre sabes disfrutar y hacer que los demás lo hagamos a tu lado.
    Aprovecho la ocasión para desearte unas Felices Fiestas y una estupenda entrada de año.
    Un besín, Lore querida...

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