domingo, 9 de diciembre de 2012
Es en la soledad de la noche – de ciertas noches - cuando la bruja se deja ir en sus anhelos más recónditos, secretos y oscuros. Durante la transición de la luna entre sus fases menguante y balsámica, en el final inminente de su ciclo, la sorgina busca el lugar adecuado, lanza el hechizo que lo purifica, lo separa del plano de la realidad y marca sus fronteras y territorio con el fulgor de su amuleto de ambarluna.
Sabe que sólo así estará completamente protegida de miradas nefarias y ensalmos contrarios y podrá entregarse de lleno a sus cavilaciones y rituales propios; al placer oculto de sus encantamientos y alquimias en consorcio con las fuerzas de la naturaleza. Alcanzar ese lugar y aislarlo no es tarea sencilla ni frecuente. Ni siquiera está permitido a nuestros consortes acercarse y, aunque quisieran, no podrían atravesar el conjuro. Así osamos esperar la réplica del Poder. Así nos entregamos a sus inesperadas respuestas y dulces cadenas.
[Paréntesis14] (9dic12)
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