domingo, 19 de agosto de 2012

Alguien podría caer en el denso e inexcusable error de pensar que lo que nos damos son meras migajas intelectuales. Alguien que no sepa nada de nosotros, claro está, y que por lo tanto tenga una ínfima o inexistente comprensión de lo que los códigos 5mw3 significan dentro del lenguaje plmbcsgv-vbrcmgsl en el que nos comunicamos rítmicamente por la vía etérea de las ondas expansivas, en madrugadas de sintónicas auroras boreales y cortinas pluviométricas. La meteorología de nuestra comunicación tiene que ver más con las tormentas solares intermitentes, imprevisibles y de efectos arrasadores, y menos con meros despojos o insulsos remanentes de los procesos mentales cognoscitivos, del entendimiento, de las luces, la instrucción y la sensatez, entendida ésta no como aburrido precepto practicado en los salones protocolarios de las buenas maneras y piadosas costumbres, sino como pericia, práctica, pesquis, aptitud, acierto y los proverbiales dos dedos de frente, forma no arcaica y sí popular para referirse al seso. Alguien que carezca de todo esto o que no lo vea en fracciones ni en conjunto y que además ignore las ventajas de la provocación, jamás adivinará el duelo de espadas bisturíes en su modalidad de estira y afloja, con las técnicas de la broma circunspecta y la ligereza sobria, digna y austera, que caracteriza nuestros intercambios cerebrales.

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