viernes, 15 de junio de 2012

Nací en vísperas del otoño y me corresponden los colores secos, arcillosos y cálidos característicos de la transición entre éste y la agotada estación veraniega. El negro, se comprenderá, no es uno de tales colores, pero aun así acepté ponérmelo, y fue la primera prenda que él reclamó y pidió que me quitara aun antes de sentarnos a la mesa. Sonreí mientras pensaba en la forma de complacer sus deseos sin rendir de inmediato la plaza. Me gusta el juego que jugamos, en el que cae una ciudad sitiada por ejércitos de vocablos y toques precisos, en el que somos indistintamente adversarios y cómplices, enemigos amorosos, expertos en estrategias y tácticas de la lid bélica, conocedores de todas las reglas del combate que se resumen en una sola. Difícilmente puedo decirle que no, no sólo porque es un maestro de la palabra y sus recursos persuasivos son múltiples e inimaginables, sino porque me sabe cautiva de su virilidad en el sentido más antiguo y original del término “viril”, es decir, el de la raíz sánscrita que significa nobleza y evoca gallardía. No obstante, intenté varias réplicas que entretuvieran su deseo imperativo y alargaran el placer de estos preámbulos lúdicos. Ello dio pie a que, vencido, él accediera a la distracción de los divinos “peros” que las mujeres les ponemos a los hombres; esos “sí, pero…” indistintamente desconcertantes e irritantes, emboscadas provocativas, artimañas de alto o bajo calibre según la situación lo requiera y sin los cuales, reconozcámoslo, el mundo masculino sería menos colorido y más predecible. Lunático a fin de cuentas, femenino, tornadizo, porfiado e inapelable, por extrañas alquimias, inesperadamente, el “sí, pero…” transmuta su intencionada negación en la tácita aceptación de un “no, pero...” y fue entonces mi turno de declararme sometida. Me percaté mientras me despojaba del vestido negro, que el dije de ambarluna oscilaba con el mismo vaivén que enlazaba mi gradual desnudez con su mirada, cambiando de temperatura y tornando más potente su aroma resinoso en respuesta a la humedad del aire y al trepidar de mi corazón… [CrónicasAmbarluna6] (15jun12)

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