Ni en mis más impetuosos y creativos sueños de opio, cuando discurro
navegando por las complejas entretelas de la imaginación con la potencia máxima
y completa de mi cortex cerebral, asiento indiscutible de la percepción, la
imaginación, el pensamiento, el juicio y la decisión, con todo y sus diez mil
millones de neuronas y sus cincuenta trillones de sinapsis, había yo podido
visualizar la brillante solución que se me acaba de ocurrir al enigma que
presenta la octava conclusión a la primera premisa del último capítulo de la
tesis… ¡wow!
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