viernes, 2 de agosto de 2013

SONRÍO



Camino por la calle, subo escaleras hasta la oficina, recorro los pasillos del supermercado, me sumerjo en la cómoda oscuridad de una butaca del cine, lavo los platos del desayuno… Mi día transcurre en apariencia sin sobresaltos y mis noches son de plácido descanso, o así parece. Nadie adivinaría el torbellino interno que desafía mi tranquilidad. En nada se aprecia el fuego que quema y reproduce tus caricias en cada roce de la ropa con la piel. Sólo se vislumbra un esquivo fantasma del amor en la tenue sonrisa de mis labios, porque sonrío sin proponérmelo cada vez que pienso en ti, en mis fantasías hechas realidad, en tus travesuras inesperadas. Cuando pienso en el Big Bang que inauguró este universo, en el caos primigenio de estrellas, planetas y polvo cósmico, en los orígenes de la vida en la tierra y en todas las cosas que tuvieron que suceder y coincidir, retando cualquier cálculo de probabilidades, para que tú y yo nos conociéramos y un poderoso lazo nos mantuviera unidos, sin nosotros saberlo, a través de las décadas, hasta volver consciente el amor que ya entonces nos dominaba y nos tatuaba de huellas indelebles; cuando lo pienso, por unos segundos me invade la angustia ante tamaña secuencia concatenada, improbable y aleatoria de causas y efectos. Luego regreso a la realidad del aquí y el ahora y me asombro y digo “no es posible” y me doy cuenta de que sí lo es, y sonrío. Sonríen mis labios al recordar nuestros juegos, que son de manos y de palabras, de inteligencia y ternura, de un erotismo cada vez más audaz y concordante. Sonrío porque dices rendirte ante mí, tu reina, cuando que yo me veo y me siento un gorrión que come de tu mano. [CrónicasAmbarluna53] (2ago13)


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