Hay anocheceres así, de tonalidad
ambarlunar, de una languidez corrosiva que se alarga como las sombras en la
lentitud de un tiempo que transcurre gota a gota, estrella a estrella, invisibles
y adivinadas por encima de la capa de
neblina urbana y del aire calcinado de concreto, hierro y cristal. Me dejo ir en
el final del día y el comienzo de la noche, inmersa en el sabor de las caricias
que nos dimos, en la despedida temporal que nos concedimos. Mis pensamientos te
siguen, adivinan tus pasos, te acompañan de regreso a tu camino. Mi cuerpo sabe
dónde quedaron prendidas tu piel y tu mirada. Advierto la huella persistente de
tu aroma en las sábanas revueltas de nuestro lecho. Te acabas de ir y mi
corazón ya te extraña…
[CrónicasAmbarluna55] (22ago13)
No hay comentarios:
Publicar un comentario