Sueño inquieta al calor de una
luna llena brumosa, el cuerpo sudoroso. Me acometen imágenes confusas, revueltas
por una brisa que mueve las cortinas del balcón y trae un murmullo de palmeras
y la fragancia del mar. Sueños entremezclados de recuerdos: las horas previas
de camino a tu casa bajo una luna de leyenda y de hombres-lobo, de fulgores
extraños sobre el manglar y rielando el contorno de la playa. Me veo a mi misma
conduciendo con cuidado a esas horas de la noche, la carretera solitaria, un
dejo de neblina desprendiéndose apenas de la vegetación como un eco de los
celajes que envuelven a la luna. En sueños llego a tu casa, el ruido del automóvil
sobre la grava alertando al perro que me recibe con gemidos bajos y cola
batiente. Me veo emergiendo a un espacio donde aún queda el rescoldo de tu
aroma. No existe en mi sueño transición alguna que hable de la forma en que me
recibiste y me acogiste y me alimentaste y me hiciste reír y me descansaste;
esos girones de realidad y cotidianeidad de nuestra intimidad donde prima tu
fuerza y la mía y la potencia ambarlunar. En el sueño parezco flotar de la puerta
directamente a tu cama. El dije de ambarluna es un espejo de la luna transformado
en opaca gota de ocre lechoso.
Tus manos me devuelven a la
realidad de la noche y de tu presencia. Siento su recorrido percatándose del
calor de mi piel y de mi frente perlada, de ese espacio alrededor de mi boca
del que penden minúsculas gotitas iridiscentes bajo el resplandor lunar, arroyuelos
de sudor que bajan por mi cuello y espalda, y anegan mi cintura. Con suavidad,
como si no quisieras despertarme, me despojas primero de las sábanas y luego de
la prenda que apenas me tapa. Levantando el borde de mi camisón, descubres mis
caderas, luego bajas los tirantes hasta la cintura. Con voz amodorrada de sueño
y deseo te pido que me liberes de toda esa tela. Quítame todo - susurro con
urgencia - quiero que soples viento fresco en cada recoveco, que aligeres el
calor de mi piel, quiero sentir tus manos entre mis piernas, que sumerjas
tus dedos en el manantial de mi deseo y refresques con tu aliento y tus besos
la fiebre que me recorre el pecho y la espalda…
El dije de ambarluna pulsa
mientras lo acaricias y aspiras su emanación resinosa...
[CrónicasAmbarluna51] (2)
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