sábado, 25 de mayo de 2013

SELENE



Sueño inquieta al calor de una luna llena brumosa, el cuerpo sudoroso. Me acometen imágenes confusas, revueltas por una brisa que mueve las cortinas del balcón y trae un murmullo de palmeras y la fragancia del mar. Sueños entremezclados de recuerdos: las horas previas de camino a tu casa bajo una luna de leyenda y de hombres-lobo, de fulgores extraños sobre el manglar y rielando el contorno de la playa. Me veo a mi misma conduciendo con cuidado a esas horas de la noche, la carretera solitaria, un dejo de neblina desprendiéndose apenas de la vegetación como un eco de los celajes que envuelven a la luna. En sueños llego a tu casa, el ruido del automóvil sobre la grava alertando al perro que me recibe con gemidos bajos y cola batiente. Me veo emergiendo a un espacio donde aún queda el rescoldo de tu aroma. No existe en mi sueño transición alguna que hable de la forma en que me recibiste y me acogiste y me alimentaste y me hiciste reír y me descansaste; esos girones de realidad y cotidianeidad de nuestra intimidad donde prima tu fuerza y la mía y la potencia ambarlunar. En el sueño parezco flotar de la puerta directamente a tu cama. El dije de ambarluna es un espejo de la luna transformado en opaca gota de ocre lechoso.
Tus manos me devuelven a la realidad de la noche y de tu presencia. Siento su recorrido percatándose del calor de mi piel y de mi frente perlada, de ese espacio alrededor de mi boca del que penden minúsculas gotitas iridiscentes bajo el resplandor lunar, arroyuelos de sudor que bajan por mi cuello y espalda, y anegan mi cintura. Con suavidad, como si no quisieras despertarme, me despojas primero de las sábanas y luego de la prenda que apenas me tapa. Levantando el borde de mi camisón, descubres mis caderas, luego bajas los tirantes hasta la cintura. Con voz amodorrada de sueño y deseo te pido que me liberes de toda esa tela. Quítame todo - susurro con urgencia - quiero que soples viento fresco en cada recoveco, que aligeres el calor de mi piel, quiero sentir  tus manos entre mis piernas, que sumerjas tus dedos en el manantial de mi deseo y refresques con tu aliento y tus besos la fiebre que me recorre el pecho y la espalda…
El dije de ambarluna pulsa mientras lo acaricias y aspiras su emanación resinosa...
[CrónicasAmbarluna51] (2)


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