domingo, 15 de julio de 2012

Las brujas sabemos algunas respuestas a los afanes inquietantes de los humanos, a las desazones que asaltan su sueño, a la zozobra que abruma sus cavilaciones. Sabemos de aquello que cubre de polvo las ilusiones tornándolas áridas y densas, restándoles ingravidez; aquello que alimenta los pretextos y el insomnio, lo que no permite la explosión de la risa ni curar los secretos miedos. Lo sabemos porque nos consta qué hay detrás del espejo; conocemos el anverso y reverso del crepúsculo, discernimos el significado disyuntivo del cruce de caminos, comprendemos que la marea y el relámpago son uno y lo mismo, desciframos a golpes de intuición la soledad y hemos experimentado en carne propia la angustia del primer aliento. Podríamos, si quisiéramos, aliviar sus quebrantos, anegar sus corazones de filtros decantados de ambarluna e impregnarlos de placidez. Si estuviera en los designios, allanaríamos sus venas para inocular su sangre y borrar con un antídoto el desconsuelo. Si tuviéramos a bien hacerlo, con nuestra risa pulverizaríamos la confusión. Si quisiéramos, podríamos revelarles que el clamor del oleaje, el llamado insistente del mar, cesa sólo cuando finalmente se le obedece… (Paréntesis6) (15jul12)

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