viernes, 1 de marzo de 2013

LIBRO DE CABECERA



“El olor del papel blanco es como el olor de la piel de mi amante cuando llega por sorpresa a través del jardín húmedo” – escribía en su Libro de Cabecera aquella famosa cortesana del Japón medieval. “La tinta negra es como el cabello laqueado. ¿Y la pluma? Es el instrumento del placer, cuyo propósito nunca está en duda y cuya eficiencia sorprende en cada encuentro…”

Leí con detenimiento cada descripción, invocación y evocación. Ella gustaba de escribir y de que le escribieran sobre el cuerpo con pinceladas que dejaban su espalda, senos y muslos decorados con fábulas y poemas. Aquella experiencia que aprendió en su infancia se le quedó tatuada en el alma y en la fuente de su placer. Buscaba siempre a alguien con quien vivirla una y otra vez, trazo a trazo, letra a letra, y pocas veces, más bien una sola vez, halló al hombre que pudo satisfacerla a fondo. Conoció a muchos escribanos expertos pero algo siempre faltaba, hasta que se topó con él. Y, es curioso, resultó que le conocía de siempre. Había sido su compañero de juegos, el niño que de niña le hacía bromas y la despeinaba; el adolescente que la observaba callado y tímido apostado en una esquina para verla pasar; el joven adulto que no podía darse el lujo de pagar por sus selectos servicios pero que sin embargo, de tiempo en tiempo, le enviaba mensajes.

Al leer el relato del reencuentro varios años después con aquel hombre y de cómo sucumbió a la seducción de su toque y destreza, no pude menos que pensar en ti y en mi y en la forma en que nos volvimos a ver después de tantos años; en el regalo de tu energía concentrada en el dije de ambarluna que cubre de calidez mi cuerpo; en la maestría con que escribes cada día nuestra historia con actos y palabras que se quedan impregnados en mi piel y despiertan mi deseo en la nostalgia de madrugadas de lluvia. Como su amante lo hizo con ella hace siglos, cubres mi cuerpo de seda escarlata cuyo roce sigue la secuela de tus labios, la impronta de tus dedos, el rastro de humedad del pincel con el que dibujas día a día el amor. [CrónicasAmbarluna42] (01mar13)

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