domingo, 16 de septiembre de 2012

Casi no tuve tiempo de soñar. Sé que en algún momento de la madrugada me levanté de la cama urgida por aromas frutales, un curioso banquete preparado por manos sabias que conocen exactamente mis gustos, los sabores que me diluyen, las palab ras que deben acompañarlos. Ataviada de luna, me senté al piano. Recuerdo que la armonía celeste me llevó de la mano, emprendiendo un viaje por derroteros inesperados. En un recodo del oleaje descubrí cuánto me gusta el sonido de tu voz.

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