viernes, 28 de diciembre de 2012

Desperté con la lluvia y el amanecer. Con la impronta de cada toque de sus dedos, con cada pulsación de sus venas y de su piel. Su camisa, colgada del respaldo de la silla, un recordatorio de la noche y la promesa de su regreso. Me levanté y lo primero que hice fue ponérmela, envolverme en su olor y sentarme frente al espejo. Repasé una a una cada caricia nocturna. Recordé su espera, mi llegada, sus besos, mi humedad, su fuerza, mi respuesta, sus peticiones, mi aquiescencia, sus manos, mi ropa abierta, su cerco, mi lengua, su espalda, mis piernas, su entrega, mi aliento, su sonrisa, mi lasitud. Con mis dedos tracé suavemente cada huella, no se fuera a borrar, no fuera a escapárseme la memoria de su toque. Mirándome en el espejo volví a escuchar su voz y me dije cada nombre que él reserva para mí.
Mi voz suena distinta pero el poder de sus palabras es único e insustituible, su significado diáfano, su impronta irrevocable. No me cabe la menor duda que estoy enamorada. Muchas veces me he preguntado de dónde viene esa certeza y no tengo una respuesta, al menos no una sola. Creo en el amor porque me invade. Me consta el deseo que nos atrae, el erotismo que recreamos afinándolo cada vez más, el juego que nos encanta y estimula. Percibo la ternura rodeándonos como un centelleo sutil. El dije de ambarluna hace su trabajo y redobla el mensaje que él me envía por todos los medios a su alcance. Aun desde la lejanía me hace suya y yo respondo. [CrónicasAmbarluna34] (28dic12)

viernes, 21 de diciembre de 2012

La estación invernal, junto con una nueva era cósmica, llegó al lugar en el que vivo a las 5:12 de la mañana acompañada del vendaval que no cesa y de una tormenta que duró más de media hora y dejó el ambiente fresco, recién lavado, oliendo a nuevo. No podríamos desear mejor presagio, si es que de eso se trata. Poco después, desde las ruinas de El Meco cruzaron el manglar los sonidos armónicos e inconfundibles de los caracoles en una ceremonia de sacerdotisas e iniciados a la que con certeza se entregaron hoy con más intensidad, brío y solemnidad que otras veces. Antes de que clareara, sin embargo, escuché cómo se abría despacio la puerta de la habitación y tus pasos sigilosos se acercaban a la cama. Me di cuenta, en ese estado alterado de la conciencia que es el duermevela, de lo mucho que ansiaba el calor de tu cuerpo y el placer que es sentir como te deslizas bajo las sábanas, me tomas en tus brazos, me envuelves de caricias y me susurras al oído la invocación de los nombres que usas para mí y que me describen tal como tú me ves y me deseas. El dije de ambarluna palpita con calidez aromática y fulgurante entre tus dedos cuando rozan mi piel y mi respiración te da la bienvenida a la cuna de nuestros besos. Es un encuentro que puede ser salvaje en su ímpetu y conexión, pero siempre amoroso, cuidado, paciente, selecto; atento a mis anhelos, inclusivo de los tuyos, conducente a ese momento y lugar que ansiamos alcanzar y al mismo tiempo prolongarlo y no llegar nunca. Si el mundo se acabase, podría morir en este instante y moriría feliz. [CónicasAmbarluna33] (21dic12)
Hoy he abierto un nuevo archivo titulado “Fantasías recicladas”. Reviso uno a uno los recuerdos de un tiempo encapsulado, entresaco aquello que habla exclusivamente de mí, que no tiene que ver ni pertenece a nadie más, que refiere mi intensidad en el espejo, que deslinda caricias y separa los pliegues de cada flor entregada en abanico. Hay quien lo llamaría exorcismo y quizá haya algo hay de eso, pero yo prefiero llamarlo indagación de bisturí.
También tiene mucho de metamorfosis evolutiva, de mutación impredecible, de metempsicosis, vocablo que me encanta por la manera en que me llena boca y la imaginación. Es disponer sobre la mesa transparente y desde esta perspectiva, la huella de mi paso por una estela y recobrarla para ser ojeada con detenimiento. Encontrar entre los rescoldos del fuego la cifra del anagrama, la dulce agonía que no condujo, a pesar de la bravura del timonel, al puerto deseado. La locura exigente de la concreción transmutada en disolución. Un tiempo de espera, que ahora concluye y se medía con la precisión de una brújula en las gotas de lluvia de cada amanecer. (Paréntesis15 16dic12)

viernes, 14 de diciembre de 2012

Uno de los cuadros más eróticos que existen es “Desayuno sobre la hierba” de Edouard Manet, originalmente titulado “El baño”. ¿Por qué una mujer completamente desnuda entre dos hombres completamente vestidos resulta tan perturbadora y ejerce tal atracción? No es la primera ni la única pintura que mezcla personajes desnudos con sujetos vestidos, como bien apuntaba Émile Zola en defensa del pintor; pero ésta resulta por demás excitante y voluptuosa, además de constituirse en protagonista de un escándalo mayúsculo entre los parisinos y parisinas de la época. ¿Será tan poderosa porque toda la luz se reconcentra en la piel femenina destacando pliegues y curvas? ¿O porque ella mira directa y descaradamente a quien se le ponga enfrente, como diciendo “me importa un comino lo que pienses”? ¿Acaso sea eso lo que el pintor quiso decirle al mundo con esta obra controversial? Muchos críticos e historiadores del arte parecen considerarlo así, ya que en los ejemplos previos la mirada femenina divagaba y se perdía en el espacio, a diferencia de esta mujer cuyos ojos provocan y retan. Tal vez la intención de su creador fuera mostrar el desenfreno ilícito que solía ocurrir en el Bois de Boulogne, aunque no creo que Manet tuviese en mente pontificar sobre la moral. Quizá lo impresionante sea el tamaño descomunal de la tela, de 2.08 por 2.65 metros, escala reservada en aquel entonces – 1863 - únicamente para temas históricos.
Me inclino por la primera razón – el contraste entre la figura femenina al desnudo, en actitud totalmente natural, cómoda y desafiante, y sus ataviados acompañantes masculinos, igualmente relajados, gozosos e indiferentes al escándalo. Ella tan disponible y dispuesta, tan cercana a ellos que bastaría que alargaran un brazo para que sus dedos la rozaran… Agreguemos que se trata de un almuerzo en medio del bosque y al lado de un riachuelo donde otra mujer se está bañando; los restos de la comida – otro de los grandes placeres de la vida – mostrados en primer plano, sabores y fragancias que permanecen latentes, disolviéndose ante nuestros ávidos ojos… La desnudez al aire libre es ya en sí voluptuosa, la sensación – normalmente prohibida - del contacto sin límites con la brisa, la calidez del sol, la temperatura del ambiente, el roce de la breve tela – quizá su vestido – sobre la que ella está sentada… ¿o son sus ropajes descartados los que les han servido de mantel y sobre los cuales quedan abandonadas algunas frutas y una botella vacía? Para mayor complejidad lúbrica, la mujer que se baña al fondo en el riachuelo, ataviada con una prenda íntima ligera y sedosa que no deja ver su cuerpo, parece revelar un secreto más acerca de lo que pudo haber ocurrido antes de esa escena o podría estar a punto de ocurrir…
Recostada junto a él, me gusta imaginar la conversación, las intenciones, lo sucedido entre esas dos parejas; él y yo mirando el cuadro de Manet en un libro de arte que él sostiene formando un círculo perfecto con sus brazos dentro del cual yo me envuelvo, descansando ambos en el sillón favorito de su casa, el dije de ambarluna brillando con luz propia entre mis pechos… Me gusta escuchar la interpretación que él le da a la escena, su punto de vista tan masculino, el contraste con el mío, nuestras fantasías entrelazadas. Un preludio al abandono del libro, del sillón y de mi propia ropa en sus manos… [CónicasAmbarluna32] (14dic12)

domingo, 9 de diciembre de 2012

Es en la soledad de la noche – de ciertas noches - cuando la bruja se deja ir en sus anhelos más recónditos, secretos y oscuros. Durante la transición de la luna entre sus fases menguante y balsámica, en el final inminente de su ciclo, la sorgina busca el lugar adecuado, lanza el hechizo que lo purifica, lo separa del plano de la realidad y marca sus fronteras y territorio con el fulgor de su amuleto de ambarluna.
Sabe que sólo así estará completamente protegida de miradas nefarias y ensalmos contrarios y podrá entregarse de lleno a sus cavilaciones y rituales propios; al placer oculto de sus encantamientos y alquimias en consorcio con las fuerzas de la naturaleza. Alcanzar ese lugar y aislarlo no es tarea sencilla ni frecuente. Ni siquiera está permitido a nuestros consortes acercarse y, aunque quisieran, no podrían atravesar el conjuro. Así osamos esperar la réplica del Poder. Así nos entregamos a sus inesperadas respuestas y dulces cadenas. [Paréntesis14] (9dic12)

viernes, 7 de diciembre de 2012

Parecería que me escondo, pero no. Sabes que es sólo un juego. Cuando desparezco momentáneamente, no estoy lejos y nunca tanto que no me alcance tu voz y me sujete. Es el juego de tu voz y mi obediencia.
Su sonido de madrugada, susurro insistente y sabio para que despierte a tu calor, es una fina cadena de espejos de ambarluna que largas para que me aleje hasta dónde ya no quiero seguir y me devuelvas, jalando suavemente de ella, para que yo encuentre el camino de regreso a tu piel. Tu voz me enseña palabras, me muestra lugares secretos, me conduce hasta tus manos, me revela.
Como aquel viernes, por ejemplo, que amaneció y el frío calaba y yo pude por fin arrebujarme en tus brazos. ¿Has notado desde cuándo adivinaba esa sensación? O como la noche anterior, caminando juntos sin tocarnos y sin embargo anhelando hacerlo al instante de llegar a nuestra habitación. El vestíbulo, eterno; el pasillo, inacabable; tu avidez, mi imán; mi respuesta, tu ternura. Todas las promesas confluyendo en instantes que se han quedado grabados en el rastro de nuestros besos y que saben a futuro… [CónicasAmbarluna31] (7dic12)